domingo, 30 de noviembre de 2014

Mi Cabeza la distorción

La multitud de las ciudades, y su deseo de borrar el sentimiento de soledad del ser humano, es algo incesante, pero inútil por donde se lo mire.
Cuanto más olas y movidas multitudinarias se hagan, la sospecha de que uno esta allí solito y sin el apoyo del otro, suele ser inevitable, y cuando uno seriamente se lo pregunta, suele caer en lugares de angustias insufribles.
Pero a veces en los pequeños grupos, o en la poca gente, en la mínima expresión de seres se encuentran puertas hacia estadíos llenos de felicidad y de gratitud.
Atravesemos esos pequeños poblados, aún viviendo en una ciudad repleta de slogans y de amarillismo barato.
Se puede resolver lo desafortunado con charlas, con miradas distorsionadas a lo que se lee, escucha o se dice.

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