miércoles, 10 de agosto de 2011

Gracias vida

Después de este gran e inmenso amanecer, puedo al menos brevemente poner un poco en palabras la gran hazaña y victoria que me tocó vivir.
Con dolores dulces, con placer, con cansancio, con todo ese bagaje de sentimientos y hormonas, este encuentro se torna y vuelve presente y de una magia invisible pero tan abrumadora.
Lo admiro, porque no puedo decir que me sale mirarlo y nada más. Su pequeñez y su dosilidad es tan firme y tan grande que nunca se termina.
El mundo me deslumbra con cada carita de cariño, y su piel de terciopelo me ubican en el umbral de todas las utopías soñadas hasta entonces.
Más que un hijo, se forma en cada momento un ideal, un sentimiento de generar libertad a través de este nuevo ser, nada extraño, y del todo conocido, por el amor que atrae.
Así y de forma irresistible su encanto me mejoran como mujer, como madre, como alguien más de lo que antes pude haber sido.
Ya no entiendo lo que entendía, ya no me asombro fácil ni desprolijamente, tengo solamente una nueva manera de sentir, sencilla y maternal.
Sin ser original, solamente su madre y amante incondicional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario