sábado, 29 de marzo de 2014

La criminalización de la pobreza es una herencia densa, arraigada, que sobrevive a medida que el sistema crece como un león inescrupuloso que se come nuestra esencia, sin que reparemos en ello.
Pasan los años, los siglos, y la historia en sus diferentes versiones demuestra la brutalidad y la mano de hierro que se tiene para con el pobre y nunca para con el poderoso.
Somos mucho más contemplativos u olvidadizos para con los poderosos que para con los pobres.
Claro, para ellos no tenemos ni la más mínima cordura, ni contemplación.
Y me pregunto y me sigo preguntando por qué??
La selva nos da toda la evidencia de que se juega a la hora de criminalizar a un pobre. Y es el vil tamaño, el miedo irreal que nos produce el pobre.
El pobre busca asesinar, no por mera diversión o inconsciencia, sino que, busca asesinar para tener lo mismo que tiene el poderoso.
Salvo que, al poderoso se lo otorga su imagen, el dinero, las leyes, la sociedad. Todo ese poder que tiene es legitimo y es reconocido, en cambio, al pobre ese poder lo oprime, lo expulsa, lo deja a un lado, le saca la vida.
Por eso cuando escuchamos ningún pibe nace chorro. Es verdad, la sociedad le morfa la esencia, su familia le muestra un juego perverso, y el ser de ese tipo queda totalmente a manos de un demonio inescrupuloso que se le mete en la cabeza.
Así que como escuche alguna vez por ahí, no le tengo miedo a la muerte, pero si a la crueldad.
Seamos más inocentes y menos crueles. Cortemos esta cadena y herencia de crueldad.
Por Favor.

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