martes, 11 de diciembre de 2012

A veces uno se introduce en su propio mundo, y se cree el principito. Y termina siendo un tremendo egoísta.
Pobre Marita, Pobre nosotros, los que somos simples ciudadanos...Que nada nos maldiga tanto para terminar siendo decidido por jueces tan nefastos, como la mano que desaparece a minas como Marita.
Ojala que quede en el corazón de Susana esa lucha que emprendió sola, que quede claro que después de Marita, la prostitución y la trata son dos palabras que duelen. Gracias Susana por tanta enseñanza. Y si un juez no hace justicia, que el tiempo la haga sola.

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