viernes, 23 de noviembre de 2012

Vivir no solo cuesta vida. Cuesta aprender, comprender, atender, dedicarse al otro.
Regar el amor, contemplarlo, protejerlo del paso del tiempo.
Redescubrir la pasión, encontrarse en la comunión primera y salir a flote.
No dejarse llevar por el cansancio, por el desgaste, por la misma frase, por la misma cara, por el mismo gesto. Romper con el sonido de la montonía.
Vivir, sin duda, es algo más complejo que vivir. Al que solo le cueste vida, es un vegetal humano.
Usar la paz, la armonia interior, hasta que hayamos logrado recuperar nuestro ser auténtico, nuestro sur.
Sino la vida es soledad. La vida se apaga, y se nos van de al lado los que más queremos.

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