jueves, 20 de septiembre de 2012

Me aturden las recetas, los estereotipos, los modelos de vida. Las rutinas, lo establecido.
Me provoca un ciego vacío, una caida sin tiempo, sin espacio. Sin final.
Me dejo sobrepasar por cada paso firme, pero de tan poca trascendencia que no se entiende. Suelo ser poco detallista para las boludeces y la gente boluda. Es mi fisura más patente.
Me siento un día liviana, y pesada en el resto de la semana. Cuesta ser voz fuerte entre tanta voz acatarrada por la ignorancia.
Y sin disimulo me arrastra este viento social, que sopla siempre mirando al norte. Pero yo no, yo amo el sur. Su frío, su olvido, su desierto, su infinito invierno, su triste fin, su debajo.

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