jueves, 25 de diciembre de 2014

A solas

Un saludo, una manera tenue de presencia.
Tal vez sea su estilo, su conformidad, su manera incompleta de transmitir sentimientos.
Un inconcluso en este mundo lleno de medios términos. Y yo aferrada al deseo de tener ese medio tipo a mi lado.
Sigo aún rastreando mi lugar luego de esta gran soledad. Todos los espacios están llenos de mi, llenos de mi voz, de mi piel, de mi mirada, de mi presencia. Y marca en la sombra que proyecto la falta, la ausencia, la pobreza emocional de tener mucho más para compartir y nadie dónde dejar todo ese caudal hermoso.
Que vacío se siente cuando se tiene más charlas de interés, risas o bromas guardadas, momentos que aceleren el corazón, y que no haya ni un alma que lo vea.
Curarse de soledad es algo innovador, algo que me convoca hoy. Un dolor duro y profundo, una herida que se abre a cada minuto, a cada hora, a cada segundo que nadie toca a mi puerta.
Después tenes los llamados diciéndote que te encerras, que te ven cortada. Pero como lo evitas?
La soledad es una aguda espina que se mete en el alma de uno, y que estropea la ilusión que siente uno por vivir, y le roba el coraje de afrontar con la cara en alto, la sonrisa intacta y el cuerpo libre a cualquier ser humano.
Y a veces no existen culpables, pasa por nacer donde uno no lo debería haber hecho, por las amistades desencontradas, por el carácter y la falta de paciencia, por ser uno no del modo que no se debe ser, hablar o sentir.
En definitiva estar sola, sentirme sola, después de tanto tiempo deja de ser una elección para ser un profundo sufrimiento.

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