Es una sabiduría en la vida entender lo que se cataloga.
Pregonamos catársis en vez de palabras.
Creyentes propios, armamos vanguardia de la lejanía.
Tu estado de ánimo es proporcional al dolor de tus enemigos.
Ya nada es feliz en vos, dentro de vos.
Y a veces caigo en esa trampa obsoleta, de catalogar para saber.
De levantar humillantemente el menton y de darme la biaba del saber.
Qué haré cuando este verdaderamente sola.
Cuando este atrapada por la tierra, y se me apague el mundo.
Cuánto habré de arrepentirme en la recta final.
Por eso trato de empezar a entender pero saltiando lo que conozco.
Porque lo que conozco me lo contaron, me lo sujetaron al cerebro.
Quiero embellecer al humano, un rato, mil ratos, mil modos.
Y ser parte de ese arte embellecedor, tajante pero bravo.
Que nada me catalogue, o me importe tanto más que amar.
Hasta el infinito de cada punto, de cada derrame.
Abrazarme a una higuera, comprometerme con la vida.
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