Entre la luz y la oscuridad te encontré,
mire hacía un punto fijo y descubrí un color demasiado imaginario para
describirlo con tan solo palabras.
Abrazas mis virtudes, me enterneces el
alma, vuelvo a convertirme en una ser humana demasiado imbécil, demasiado
dulce. Muy a pesar de mis espantos.
Quiero tu boca en mi, dentro de mí, todo el
tiempo quiero tu quiero, tu forma, tu sentido, tu voz, tu pelo, tu furiosa
manera de tocarme. Como ese lobo tan zarpado en suelto, loco y voraz por donde
una mire, y por este campo llamado cuerpo, que lo recorre con sus garras y
sudor.
No quiero parar la marcha de esto que es,
pero que a la vez podría dejar de ser, y que definitivamente eso que en vilo
nos mantiene, eso, es precisamente por lo que morimos y derretimos la piel.
A veces creo que no existís, y lloro, y me
lleno de furia. Pero abro los ojos y siempre volves, con tu aullido, tus pelos,
y tu boca de lobo feroz, de hambre de amor, de hombre de lunas, de música y de
tejidos milenarios. Un antes y luego siempre ese después y mi castigo a solas.