Cada día que hablo con un "colega" adulto me doy cuenta que contaminado que estamos.
Los niños tal vez no tengan la posta, ni sepan como vivir o cual es la salvación.
Pero los adultos huelen y piensan adulteradamente.
Pocos adultos conservan la dulzura y la sencillez en sus corazones.
Sigo reclutando esa clase de amigos adultos no adulterados.